10/8/10
la mujer maravilla, todos juntos, combinados intentando
formar una nueva personalidad para confrontar este momento:
abandono. Y peor aún: reemplazo. Porque sí, sabemos que
tengo un tema con el abandono (y que probablemente se deba
a algún desvarío de mi infancia) pero si hay algo que me cuesta
más que el abandono es el reemplazo. Palabra fuerte, si las hay.
Ser abandonado es desprenderse de un lazo, desajustarse el
cinturón: sentirse inseguro. Cuando alguien me abandona me
siento huérfana, perdida, sin tierra. Soy Ammar Mousa, luchando
contra los israelitas. Soy yo, entre la neblina buscando el camino
de vuelta a ninguna parte. Ese es el abandono: una casa vacía y
yo gritando el nombre de quien me abandonó; abandono es un
eco que dice Alejandro, Alejandro, Alejandro, incansablemente
en mis dos oídos para siempre.
En cambio, el reemplazo es aún peor. Es un bosque sin neblina,
donde claramente veo que no solo me han dejado a un lado,
sino que lo hicieron por un propósito o mejor: por una persona.
Que me abandonen y se retiren con las manos vacías, bien,
podría entenderlo después de un intento de suicidio y cinco años
de terapia, pero que me abandonen para irse con otra persona
eso jamás. No voy a poder entenderlo, no pude entenderlo y no
lo entiendo, ni quiero, ni pienso, ni nada. No. Es una negación
absoluta, el reemplazo es sinónimo de sofocación, de que me
falta el aire, de que me puedo morir inmersa en convulsiones
sin remedio alguno.
Incluso en estos tiempos...
...veloces como un Cadillac sin frenos, todos los días tienen un minuto en que cierro los ojos y disfruto echándote de menos. Incluso en estos tiempos en los que soy feliz de otra manera, todos los días tienen ese instante en que me jugaría la primavera por tenerte delante. Incluso en estos tiempos de volver a reír con los amigos, todos los días tienen ese rato en el que respirar es un ingrato deber para conmigo. Y se iría el dolor mucho más lejos si no estuvieras dentro de mi alma, si no te parecieras al fantasma que vive en los espejos. Incluso en estos tiempos triviales como un baile de disfraces, todos los días tienen unas horas para gritar al filo de la aurora, la falta que me haces. Incluso en estos tiempos de aprender a vivir sin esperarte, todos los días tengo recaídas y aunque quiera olvidar no se me olvida que no puedo olvidarte. ~ |
Hay miradas..
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